mayo 1, 2024

entreObras

La cuarentena desplomó la actividad y el empleo y multiplicó la pobreza

La Argentina venía de dos años consecutivos de caída del Producto Bruto Interno, con restricciones cambiarias y variables sociales en caída. Así llegó a la pandemia, que agravó todo ese panorama y aumentó la incertidumbre.

La Argentina acumula una década sin poder incrementar su producto bruto interno. No logra ampliar la torta de la cual tienen que servirse cada vez más personas. Pero desde 2018 inició un proceso de caída que no logra detener y que este año aceleró su paso con la llegada de la pandemia y el comienzo de la cuarentena.

Los 206 días transcurridos desde que comenzó el aislamiento deterioraron la actividad económica de diferente manera, según los sectores. De hecho, hubo algunos que nunca se detuvieron porque fueron considerados esenciales, como el campo y las industrias alimenticias. Eso no quiere decir, de todos modos, que no hayan tenido dificultades. Porque del otro lado, la demanda de la mayoría de bienes y servicios se desplomó. Y allí hubo dos razones centrales: el encierro y la pérdida de poder adquisitivo de muchos argentinos. Hubo incluso asalariados privados que debieron acordar recortes en sus ingresos, y muchos que perdieron sus fuentes de empleo. Peor aún fue para los informales o cuentapropistas que, encerrados, no tuvieron posibilidades de generar el dinero con el que cubrían sus necesidades. Así, el dinero que iba a buscar bienes y servicios hasta mediados de marzo, se retrajo. Y entonces, aún aquellos sectores que se mantuvieron en marcha, sintieron el impacto de la cuarentena. La peor parte fue para los no esenciales, que debieron esperar para retomar sus actividades, dependiendo de la presencia del virus en cada una de las localidades. Entonces, también allí hubo un corte geográfico por realizar. Hubo rubros que en Capital Federal y Gran Buenos Aires, que fue donde primero se desparramó el coronavirus, se pusieron en marcha mucho después que en muchas localidades del interior. Hoy, posiblemente muchas de esas experiencias sean inversas.

El dato más contundente de la crisis económica en la que derivó la vigente crisis sanitaria -a mayor tiempo transcurrido mayor coexistencia de ambas- fue el que difundió hace dos semanas el Indec: el PBI del segundo trimestre del año, el de mayor freno en la actividad, fue del 19,1%. Inédito en la historia.

Claro que eso no fue gratis en el plano social y del empleo. De la mano de las complicaciones económicas severas comenzaron a crecer la pobreza y la indigencia y el mercado laboral se deterioró fuerte.

El último informe oficial marca que para el primer semestre del año la pobreza alcanzó el 40,9% de los argentinos. De este total, 10,5% son indigentes y no reúnen lo necesario para alimentarse; y 30,4% son pobres porque no cubren el costo de la canasta de bienes y servicios básicos. En la primera mitad del año, el ingreso total familiar promedio de los hogares pobres fue de $ 25.759, mientras la canasta básica total promedio del mismo grupo de hogares alcanzó los $ 43.785, por lo que la brecha se ubicó en 41,2%, el valor más alto de la serie por cuarto semestre consecutivo. Es decir que no sólo hubo un aumento en la incidencia de pobreza respecto del segundo semestre de 2019, sino que la situación de las personas en esa condición empeoró por la mayor distancia entre sus ingresos y la canasta de bienes y servicios.

En este punto hay que destacar que posiblemente el porcentaje real de pobreza sea algo mayor. Los especialistas explican que al ser del primer semestre, cuenta con un promedio de un primer trimestre casi normal y un segundo trimestre muy deteriorado. Específicamente el cierre de ese último tramo podría mostrar cifras más elevadas.

Algo similar ocurre con el mercado laboral. El último dato revelado por el Indec detalló que el 13,1% de los argentinos estaba desocupado al terminar el segundo trimestre del año. Esa cifra tuvo como amortiguador estadístico que muchos de los que no tenían trabajo, o muchos de los que lo perdieron, no salieron a buscar nueva ocupación por efecto del encierro o por considerar que en ese contexto iba a ser difícil tener éxito. Por lo tanto, no fueron considerados desocupados. Solamente se los considera así a quienes no teniendo trabajo están buscándolo activamente.

Por eso, si se observa lo que ocurrió en esa parte del año que reveló el informe del Indec, claramente hay una marcada caída de la tasa de actividad, reflejo del encierro. Es decir, los ocupados y los desempleados fueron muchos menos. ¿Qué pasaría si la tasa de actividad fuera la misma que en febrero con la cantidad de personas que perdieron su empleo? Entonces el número se ubicaría más cercano al 30% que al 13,2% que mostró el estudio. Lo cierto es que 4 millones de personas perdieron su trabajo en el segundo trimestre del año y en el caso de Río Cuarto fueron 12 mil. ¿Qué hicieron esos 12 mil? Sólo una parte (7 mil) comenzó a buscar empleo. Por eso en el caso de la pobreza y la desocupación, es posible que estemos observando estadísticas en sepia.

Una sociedad cada vez más desigual

El coeficiente de Gini es un indicador que permite establecer cuál es la brecha entre el segmento de la población que más gana y aquel que menos ingresos tiene. Como cada vez que ocurre una crisis de esta magnitud, ese número empeora significativamente, como acaba de revelar el Indec en su última publicación, en la que pasó de 0,434 a 0,451, en donde cero es el ideal de máxima igualdad y uno de extrema desigualdad.

Concretamente, las cifras oficiales muestran que el 10% de la población de mayores ingresos gana 19 veces más que el 10% de menores ingresos. Esa distancia, en el anterior estudio, era de 16 veces.

Esa es otra secuela profunda que dejará la crisis y sus múltiples impactos. Porque los ingresos más pequeños se desmoronan rápidamente ante las primeras ráfagas de las tormentas económicas.

Datos del contexto Social

En el 1° semestre 2020, la pobreza fue de 56,3% entre menores de 15 años; de 49,6% en personas de 15 a 29; de 36,2% en las de 30 a 64; y de 11,4% en mayores de 65

Social II

El coeficiente de Gini aumentó de 0,434 a 0,451; y la brecha per cápita familiar entre el 10% de la población con mayores y menores ingresos se amplió de 16 a 19 veces

Empleo a distancia

La población ocupada que realizó el trabajo desde su vivienda creció de 6,3% a 22% por la cuarentena.

Actividad

La construcción en agosto cayó 17,7% interanual y la industria un 7,1%.