noviembre 21, 2024

entreObras

“El sistema tributario está desintegrado”

Entrevista a la contadora Adriana Piano, socia de San Martín, Suárez y Asociados./ Por Gustavo Garcia
Contadora Adriana Piano

La iniciativa de tratar este año en el Congreso de la Nación el Impuesto a la Herencia no hizo más que levantar polvareda. Era el tramo final de un 2021 agitado por razones políticas y sanitarias, y esta idea vino a echar un poco de sal sobre las heridas.

Lo cierto es que el tributo está lejos de ser una novedad en la Argentina. Lo ha implementado hace tiempo ya la provincia de Buenos Aires, con una serie de consideraciones que, por ejemplo, elimina el gravamen para los herederos directos, tal el caso de los hijos.

Ocurre también que en esta Argentina de alta presión impositiva analizar la posibilidad de sumar un nuevo gravamen pone los pelos de punta a buena parte de la sociedad. El primer reclamo del contribuyente hace foco en que su dinero no vuelve en forma de buenos servicios. El segundo, que va de la mano del primero, es que ese dinero se pierde o se malgasta en el camino.

Así que el debate en torno al impuesto a la herencia no es más que la punta del iceberg. Debajo está todo el sistema tributario, que cruje por su disfuncionalidad. “Hay otros países que lo aplican, pero lo que quizás es importante considerar es que son aquí distintos niveles de Gobierno. Esto está aplicado a nivel provincial, pero también tenemos un impuesto sobre los Bienes Personales que se paga durante la tenencia. En general muchas veces, como ha sido siempre en la Argentina, lo ideal es definirse por uno de los dos mecanismos. O se pone un impuesto a la herencia y no hay bienes personales, o bien se pone Bienes Personales, que en mi opinión es mejor porque es responsable quien constituyó ese patrimonio. Entonces no se pone un impuesto a la herencia”, aclara la contadora Adriana Piano, socia de San Martín, Suárez y Asociados.

-¿En este caso convivirían los dos?­

-Van a convivir. Si bien es cierto que ambos tienen tasas progresivas, es verdad que con la tasa más alta capturan a los que más tienen y esa es otra discusión. Pero también muchas veces, ocurre con Bienes Personales y tal vez ocurra con el impuesto a la Transferencia Gratuita, que la gente que no tiene tanto termina teniendo algo que resulta oneroso. Recuerdo que cuando empezó el impuesto en la provincia de Buenos Aires las escalas eran tan bajas que de pronto una casa que valía u$s 100.000, se moría uno de los cónyuges y el otro tenía que pagar como u$s 4.000 de impuestos. Eso fue hace muchos años, quiero aclararlo. Todo depende de la articulación de las tasas. Se tendría que poner si es, por ejemplo, el único inmueble.

-Entiendo que en la provincia de Buenos Aires se aplica pero hay muchas exenciones, por ejemplo a familiar directo.

-Tienen que articularse una serie de mandos no imponibles que claramente no termine quizás pagando alguien que realmente sólo tiene eso. Lamentablemente, la inflación en la Argentina hace que cualquier escala, más allá de que después se revise y se actualice, hace que donaciones chiquitas sean alcanzadas. Uno dice impuesto a la herencia pero está mal llamado ya que también alcanza a las transmisiones entre vivos. Es decir, las donaciones también quedan alcanzadas. Por ejemplo, si le quiero donar a mi hijo parte de la plata para que se compre su primera vivienda, eso quedaría alcanzado por el gravamen. Salvo que se coloquen mínimos que contemplen esa situación. Imagino que puede generarse una polémica en los estamentos más altos en la convivencia de Bienes Personales y el Impuesto a la Transferencia Gratuita.

­DESINTEGRACIÓN­

-Abriendo el foco sobre el sistema, ¿cómo describiría el esquema tributario argentino?­

-Argentina tiene un problema grande porque seguimos desintegrando nuestro sistema tributario. Está desarticulado. Se entiende que son razones de políticas públicas porque se necesita recaudar en un contexto donde gastamos mucho. Es entendible que tanto el Estado Nacional como los estados provinciales necesitan recursos. Pero nuestro sistema está totalmente desarticulado porque empiezan a generarse impuestos como Ingresos Brutos, que el consenso original apuntaba a una reducción progresiva, o a Sellos que iba a ser derogado, pero como las provincias necesitan recursos no se pueden sacar. Se establecen tasas máximas que son altísimas y entonces las empresas lo trasladan a precios. El 5% es un montón. El sistema está desintegrado. Lo tenemos armado en base a necesidades de políticas públicas. El ejemplo es que seguimos con Ingresos Brutos y Sellos, que no pudieron sacarse. Borramos con el codo lo que escribimos hace dos años. Nunca entró en vigencia.

-Además muchas provincias aprovecharon para subir el máximo hasta el tope y luego comenzar a bajarlo.

-Después de eso se congeló y no se podía tocar.

-Suele afirmarse que los países desarrollados gravan la propiedad y no el consumo. ¿Es correcto?­

-Obvio. Porque un impuesto como Ingresos Brutos, que es muy distorsivo, lo termina pagando cualquiera que consume algo. Quizás el IVA o Ingresos Brutos, que está contenido en el precio de una bebida o de un alimento y el gravamen es altísimo, termina impactando en la gente cuando consume aunque no tenga recursos.

-¿Deberíamos ir entonces hacia un sistema que grave la propiedad en detrimento del consumo?­

-Deberíamos ir hacia un proceso que, para que funcione, se tendría que derogar Ingresos Brutos, sobre todo en los bienes de primera necesidad. Debería apuntarse a tener una alícuota cero en todas las etapas de determinados bienes comestibles. Y quizás sí gravar la propiedad de una manera más coherente, buscando parámetros que no atenten contra la confiscatoriedad del tributo.

­MONOTRIBUTO­

-Las nuevas escalas del monotributo comenzaron a regir desde el 1 de enero pero hay polémica porque los topes quedaron por debajo de la inflación. ¿Qué opina al respecto?­

-Eso es por ley. Antes los topes del monotributo se actualizaban por la variación de los índices de movilidad jubilatoria y ahora eso cambió. Por eso es importante ver qué leyes aprueban nuestros legisladores. No es que la AFIP decide, la AFIP hace lo que tiene que hacer. Ajusta la tabla en función de lo que la ley dice. Y si se establece un indicador que en definitiva no es tan representativo de la actividad económica, empieza a generarse esto de que la inflación nunca acompaña a los negocios. Para mí el índice que debería aplicarse para la actualización de todo esto es el Índice de Precios Mayoristas. Ahí es adonde está la formación de los precios. En la formación del precio, entre el productor y el importador, está donde se juega el verdadero partido. Si uno compara el IPC (Índice de Precios al Consumidor) con el IPIM (Índice de Precios internos al por Mayor), no se unieron. Tienden a unirse porque se supone que los precios mayoristas tarde o temprano se trasladas al consumo. Ocurrió que la fuerte suba de precios del 2018 nunca se terminó de trasladar al consumo porque el mercado no responde. Históricamente se utilizó el Índice de Precios Mayoristas. No se lo usa porque claramente se recaudarían menos impuestos. En definitiva, tenemos un sistema tributario que poco a poco se va desintegrando.­